La discapacidad visual, en algunos casos, aún es entendida como un impedimento en la enseñanza de ciertas ciencias matemáticas debido a su naturaleza un tanto abstracta, por lo que se condiciona al alumno invidente por encima del lenguaje simbólico matemático causándole mayor complejidad para manipular e interpretar materiales de lectura, escritura, cálculo, entre otros.
Respecto al aprendizaje de las Matemáticas de niños con
discapacidad visual, existen investigaciones que permiten afirmar que no hay
dominio de esta Ciencia impedido para ciegos y que su proceso de desarrollo
psicológico padece, en general, un retraso de casi dos años en la experiencia
lógico-matemática, mismo que va disminuyendo hasta lograr equilibrarse a la
edad de doce a catorce años. Nosotros decimos ¿por qué no aminorar o incluso
eliminar ese retraso?
Estamos convencidos de que la falta de visión no
imposibilita el aprendizaje de los temas matemáticos pero sí implica modificar
el instrumento ordinario, regular o convencional persiguiendo el mismo objetivo
pedagógico. Entonces la clave está en adaptar herramientas (tecnológicas en
este caso) que le permita a este sector de nuestra sociedad potenciar sus
capacidades acercándonos cada vez más a una igualdad de circunstancias y
oportunidades.
Se han identificado diferentes conflictos asociados a la
comprensión y comunicación de elementos matemáticos que surgen como
consecuencia de las características propias de su lenguaje que les implica la
necesidad de traducir al Braille lo que el profesor enseña en la clase tales
como fracciones para expresar una cantidad, expresar el mismo número de distintas
formas equivalentes, establecer relaciones de orden entre fracciones, interpretar
siempre a la multiplicación como una suma reiterada, por mencionar algunas.
Explicando lo anterior, por ejemplo para que el alumno
invidente pueda expresar una fracción anota primero el denominador y luego el
numerador porque la escritura en Braille es lineal, es decir lo opuesto a cómo
lo denotamos usualmente y entonces el docente debe ser muy cuidadoso en
comunicar ciertos elementos porque una referencia inadecuada (para referirse al
numerador o denominador) generará una interpretación errónea del alumno invidente.
Con base en estudios e investigaciones de las formas, modalidades
y beneficios de la integración escolar apuntando a la educación inclusiva
consideramos importante integrar la educación ordinaria o convencional con la
especial respetando la decisión de impartirse en escuelas convencionales (para
niños videntes) y en escuelas especiales (para niños invidentes).
Apoyamos la idea de que una “integración efectiva” se
logra a través de una escuela especial porque brinda los medios necesarios para
interactuar con otros niños que tienen la misma discapacidad, en este caso le
enseñan el uso del Braille, orientación y movilidad, manejo del espacio,
percepción del entorno, entre otras cosas.
El objetivo entonces radica en lograr trabajar de la
misma manera con TODOS los alumnos del aula puesto que el lenguaje de las Matemáticas
es universal.
Sabemos que actualmente, por lo menos en Latinoamérica,
la realidad demuestra que falta mucho por hacer en el campo de la integración
escolar, por tal motivo tomamos de la decisión de contribuir en la medida de lo
posible con este objetivo.
Es importante mencionar que se han realizado distintas
investigaciones sobre la integración de alumnos con discapacidad visual a
escuelas de educación convencional y concluyen que:
- Si asiste a una escuela ordinaria, no siente que su incapacidad le hace distinto y no se aleja de su medio familiar o afectivo.
- Modifica las actitudes de las personas respecto a la ceguera.
- Facilita la adaptación y la adecuación del niño al mundo visual y permite que el vidente lo acepte.
Las condiciones que deben darse
para que la integración del invidente sea posible son:
- Disponer de una tecnología específica, apoyo de profesores especializados, equipo multiprofesional, que se le suministre el material adaptado y la transcripción de los textos al sistema Braille.
- La capacitación del profesorado, con instrucción adecuada sobre qué metodología es la idónea.
- Colaboración de los padres con los profesores.
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